sábado, 21 de noviembre de 2015

UNIDAD 2 Ética profesional y empresarial

Unidad 2 Ética profesional y empresarial

Segundo semestre de  2015


Existe una relación entre la ética como filosofía moral y la conducta social del individuo, que le posibilita estructurar claramente el concepto de la responsabilidad que adquiere ante si mismo, ante la organización y ante la propia sociedad en su actuar profesional como individuo y como miembro de una entidad productora de bienes y servicios.

José Ángel Maldonado

La aplicación de la ética en el ámbito profesional se encuentra en las circunstancias concretas de cada profesión y se traduce en normas mínimas que existen prácticamente en la mayoría de las profesiones universitarias (de administradores, abogados, ingenieros, periodistas, médicos), carreras técnicas y profesionales (contadores); labores públicas, empresariales y políticas; e incluso en oficios, como el de los bibliotecarios. 

Asimismo, la ética empresarial, como diría Enrique Zamorano (Integrante del Comité Técnico Nacional de Ética del IMEF), es necesaria para crear, incrementar y preservar el valor de una empresa:

Los inversionistas buscan invertir en organizaciones que son confiables, donde sus dirigentes y colaboradores son íntegros, que proyectan ante la sociedad una cultura de ética en todo lo que hacen. El ambiente de confianza que se genera puede producir beneficios a la empresa: mayor demanda de sus productos, acceso a mercados de capital, oportunidades de fusión, crecimiento, mejores utilidades y mayor precio para sus acciones y, en general, riqueza, no sólo para sus accionistas, sino también para sus trabajadores. De este modo las empresas logran sus objetivos económicos y sociales (Zamorano, E., 2012).



¿Qué es lo que todos, o casi todos, hacemos? Trabajar. Llevar a cabo un oficio, un empleo o una profesión. 

Y aunque muchas veces la eficacia es considerada lo principal en el desempeño de las labores, hay algo también fundamental, porque se trata de un factor que precisamente la hace posible. Este algo, de carácter ético, es lo único que funciona como razón de ser de una genuina eficiencia en el quehacer de las profesiones y los oficios. 

La palabra profesar significa “declarar o enseñar en público’’ y deriva del latín culto profiteri (cuyo participio es profesus), que quiere decir “declarar abiertamente, hacer profesión, confesar”. 

González (2010) menciona una definición ofrecida por el filósofo y sociólogo Max Weber según la cual, la profesión es “la actividad especializada y permanente de un hombre que normalmente, constituye para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia”. 

Cada profesión tiene características bien definidas y no todas comparten la misma forma de responder ante diversas situaciones. Para ser profesional se requiere de un profesionalismo, basado en una serie de principios que varían dependiendo de cada disciplina. Sin embargo, se pueden mencionar algunos elementos básicos que permiten lograr el profesionalismo y son empleados en diferentes campos. La aplicación de los principios comunes para el profesionalismo depende de cada profesión con base en las circunstancias muy específicas con las que se tenga que enfrentar.

Se considera que algunos de los principios universales más comunes para lograr el profesionalismo son:

  • Principio de autonomía: es la obligación de reforzar la capacidad de las personas para elegir por sí mismas. Esto conlleva la obligación de respetar los valores y las opciones personales de la persona en las decisiones que le atañen vitalmente. 
  • Principio de respeto: se basa en tratar a los individuos como sujetos autónomos, capaces de tomar decisiones por sí mismos, siendo consecuente con la convicción de que todo ser humano está dotado de libertad, tiene capacidad de conocer y entender los problemas, tomando las decisiones para superarlos
  • Principio de responsabilidad: se trata en darse cuenta de que todas las acciones tienen consecuencias y al ser quien las realiza, también las consecuencias le pertenecen. 
  • Principio de no maleficencia: indica que no debe producirse ningún daño a la persona o ser vivo con la que se esté tratando. Al hablar de no maleficencia requiere que el profesional haga un balance entre la necesidad práctica de tomar una acción frente a casos concretos en los que no es posible una acción sin riesgo. 
  • Principio de beneficencia: sustenta que en todo momento el profesional busca, mediante su acción, maximizar los beneficios y minimizar los riesgos de la acción. 
  • Principio de justicia: indica que debe existir un reparto equitativo de cargas y beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación en el acceso a los recursos.
En el ejercicio de la profesión es importante recordar que las profesiones están constituidas socialmente, por lo que pueden atraer o acarrear bienes externos, como fama, competencia, dinero, etcétera. 
Específicamente hablando de bienes externos, entre más tienen unos, menos tienen los demás. Con esto quiero decir que entre más poder obtiene un individuo ético, mejor existencia habrá para los otros. En la práctica profesional, producir bienes internos a la profesión es una acción deseada por el profesional y, al ser su profesión un producto social, el bien es al mismo tiempo un deber. El profesional tiene el deber de producir el bien que su área de conocimiento domina, así como de responder por su saber. Asimismo, también posee derechos, como el ser remunerado y reconocido por su buen desempeño. 

De esta forma, se encuentra con criterios éticos para las prácticas profesionales como:
Los bienes externos deben lograrse y utilizarse de tal modo que potencien los bienes internos.


La deontología  



Santos et al. (2008) señalan que el término deontología se atribuye a Jeremías Bentham (1832), quien lo entendía como un saber que enseña al hombre, la manera de dirigir sus emociones para que queden subordinadas en cuanto sea posible a su propio bienestar. 

De acuerdo con Santos et al. (2008), la deontología entraña una serie de virtudes y actitudes que los profesionistas deben poseer y aplicar para hacer posible la moralización de la comunidad. Entre las virtudes que conforman un ejercicio ético de la profesión se encuentran la justicia, la caridad, la virtud intelectual y la dignidad personal. 

La deontología es una ciencia que trata del estudio de la moral y la ética. Cuando se aplican estas virtudes al ejercicio de cada una de las profesiones, toma el nombre de deontología profesional. Los filósofos griegos, como Aristóteles, manifestaban que si una sociedad, pueblo, nación o país quería prosperar, debía existir en ella el progreso, no sólo desde el punto de vista de la técnica, la ciencia o la economía sino también de las personas. Para que este tipo de progreso pueda consolidarse y perdurar, necesita indiscutiblemente que cada uno de los componentes de la sociedad aplique sus virtudes morales en su quehacer cotidiano.




Códigos éticos 

A lo largo de la última década, se ha oído alzar la voz a sociólogos y filósofos alertando sobre la necesidad de un manejo ético de las relaciones interpersonales y, por ende, de los negocios y la política. Estas voces ya no portaban el rótulo de ninguna ideología, sino simplemente –y nada menos– una clara lectura e interpretación de la realidad. 

En la medida que todos los estamentos sociales entiendan los códigos éticos, su aplicación será más sencilla. El empresario del XXI tiene ante sí un gran desafío: desarrollar negocios en un todo de acuerdo con el concepto de desarrollo sostenible, lo cual implica su compromiso con un desempeño ético y responsable. Algunas organizaciones ya han entendido la responsabilidad que les compete y la han hecho parte de su “misión” lo que a la vez les ha permitido mejorar considerablemente su rentabilidad, como lo expresa U. Gary Charlwood –fundador, presidente y CEO de Uniglobe Trade–: “ A la compañía la guía la filosofía de contribuir con la sociedad y a la larga, no sólo es lo correcto de hacer, sino que es bueno para el negocio ya que crea una cultura organizacional colaborativa que es la llave para mantener motivados a los empleados...” (WTTC, 2002:1 en Ledesma, 2009). 


Un código de ética es un conjunto de directrices que tienen por objeto establecer las conductas aceptables para los miembros de un grupo en particular, asociación, o profesión. Muchas organizaciones se gobiernan a sí mismas con un código de ética, sobre todo cuando se manejan temas sensibles como las inversiones, la asistencia sanitaria o las interacciones con otras culturas. Además de establecer un nivel profesional, un código de ética también puede aumentar la confianza en una organización, mostrando desde fuera que los miembros de la organización se comprometen a seguir las normas éticas básicas en el transcurso al realizar su trabajo (importancia de la ética). 

El formato de un código de ética puede variar ampliamente. A diferencia de directrices sencillas a los empleados y los códigos, un código de ética por lo general comienza con una sección que establece el propósito, las aspiraciones y objetivos de la organización matriz. 

Por ejemplo, el código 2002 de la ética de la American Psychological Association (APA, 2002): Los psicólogos se han comprometido a aumentar el conocimiento científico y profesional de la conducta y la comprensión de la gente de ellos mismos y los demás y con el uso de esos conocimientos para mejorar la condición de las personas, las organizaciones y la sociedad. 

Tras una introducción general a la función y los objetivos de una organización, se presenta una sección dedicada a establecer normas específicas de comportamiento para los miembros. En esta sección se suelen cubrir posibles problemas éticos tales como la confidencialidad, el partidismo o el mal uso de la información. Además de abordar la teoría de los campos éticos, un código de ética a menudo contiene una sección que describe los procedimientos para el manejo de quejas, tanto fuera como dentro de la organización. 

Un código de ética bien escrito y claro será fácil de seguir, con secciones que ilustren cuestiones concretas. En el sentido de organizaciones como la APA, los miembros están de acuerdo en apoyar el código de ética porque es una buena práctica y porque promueven su organización. Un código de ética generalmente también está detrás de la experimentación científica, asegurando que los resultados sean válidos y que la prueba se llevó a cabo de forma ética. 

Código ético profesional

Para hablar de código ético profesional, es necesario definir el significado de profesión: actividad especializada del trabajo dentro de la sociedad, en otras palabras, el empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente. En un sentido estricto, profesión se refiere específicamente a los campos que requieren estudios universitarios de posgrado o licenciatura, donde se adquieren los conocimientos especializados en cualquier área del conocimiento; por tanto, marca en este sentido la diferencia entre ocupación u oficio, que se refiere generalmente a la naturaleza del empleo de una persona. Asimismo, la profesión aborda el desempeño de la práctica y la disciplina se preocupa del desarrollo del conocimiento enriqueciendo la profesión desde su esencia y profundizando el sustento teórico de la práctica (Gómez y Tenti, 1989). Establecido el concepto anterior, un código es una combinación de signos que tienen un determinado valor dentro de un sistema establecido.


El código de ética profesional es un conjunto de principios o normas que regulan la conducta del profesional en ejercicio, es decir, guía a los profesionales en su comportamiento dentro del trabajo diario. Sin embargo, aunque no sean coercitivos, se supone que son de cumplimiento obligatorio para garantizar el mantenimiento de una línea de comportamiento uniforme, además, forman la base y la estructura de la práctica profesional responsable.

De acuerdo al desarrollo y problemáticas que se presentan en las diferentes profesiones, se han llegado a formular códigos de ética profesional que norman el actuar dentro de sus diferentes disciplinas.

Para el caso de la actividad turística se cuenta con el Código Ético Mundial para el Turismo (CEMT) elaborado y adoptado por resolución en la decimotercera Asamblea General de la OMT (Santiago de Chile, 27 de diciembre-1 de octubre de 1999). En este código se enuncian los principios que deben guiar el desarrollo del turismo y que servirá de punto de referencia para los diferentes interesados en el sector del turismo. Aunque no es un documento jurídicamente vinculante, su décimo artículo estipula un mecanismo de aplicación, de carácter voluntario, mediante el reconocimiento del papel del Comité Mundial de Ética del Turismo, al que los interesados pueden trasladar, con carácter voluntario, cualquier litigio respecto a la aplicación e interpretación del Código.


Dilemas éticos

 Un dilema ético es una condición multifacética que a menudo implica un desacuerdo evidente entre los imperativos morales. Muchas personas trabajan en el mundo agresivo de hoy. Cada una pasa gran parte de su tiempo en los lugares de trabajo u oficinas. No hay nada sorprendente en esto. Sin embargo, los empleados sufren dilemas éticos. Muchos de estos dilemas éticos ocurren con regularidad. Sin embargo, es esencial encontrar la razón detrás de los dilemas en nuestro lugar de trabajo. Esto  ayudará a abordar los problemas comunes en la ética empresarial. 

Con un poco de análisis y sentido común, es posible hacer frente a dilemas comunes que sufren los profesionales al poder perder su empleo o causar daño al empleador. Como los empleados tienen que pasar más tiempo en el trabajo, por lo general tienden a llevar a cabo negocios personales en horas de trabajo. Esto puede incluir la fijación de una cita de un doctor en las líneas de teléfono de la empresa o el uso de Internet o del teléfono en la oficina del empleador para hacer reservas de vacaciones o por negocios independientes dejando de lado el deber para con la empresa. Se puede pensar que se trata de un dilema ético muy claro: es un maltrato para su empleador y está muy mal llevar los asuntos personales durante el servicio de la empresa. Sin embargo, algunas personas piensan de manera diferente. 

Dado lo complejo, amplio y competitivo del mercado, los dilemas éticos se han multiplicado, y es normal que diariamente surjan dudas acerca de lo ético o no ético de la profesión. Dichas dudas no siempre se resuelven correctamente. El estudiante debe estar consciente y preparado para enfrentar una serie de conflictos éticos cuando se integre al mundo laboral. Es más, muchos de los principios éticos que fue acrisolando durante su carrera se verán puestos a prueba a corto o mediano plazo. Se le presentarán desde situaciones en que mentir puede ser normal, hasta otras mucho más difíciles de resolver en que la ética se confunde con lo legal, o donde existe una ética consecuencialista o utilitarista. 

De manera que la ciencia que trata del estudio de la moral y la ética, que es cuando aplicamos estas virtudes al ejercicio de cada una de nuestras profesiones, toma el nombre de deontología profesional. Y la ética es la construcción moral que orienta las actitudes y los comportamientos profesionales para la consecución de objetivos profesionales, todo ello, desde la doble vertiente del reconocimiento del ser humano en su totalidad y el respeto de los valores sociales. 

Según los expertos con una larga experiencia laboral, los siguientes serían los ámbitos en donde se presentan los mayores dilemas éticos para las empresas:



1.- A nivel de discurso 
Generalmente, las empresas, corporaciones o personas públicas, se ven enfrentadas a situaciones delicadas en que está en juego su credibilidad o prestigio. Cabe destacar que la ética no opera con recetas, sino con principios, los cuales deben ser aplicados prudentemente. 

2.- El secreto profesional 
Es un recurso muy utilizado por periodistas y empleadores públicos. Este adquiere básicamente tres modalidades
  • a) El secreto de la fuente según el cual se mantiene en reserva el nombre de quien proviene la información. 
  • b) El secreto del contenido, conocido como Off The Record por el que se guarda reserva sobre lo revelado. 
  • c) El embargo noticioso que consiste en no revelar la información hasta una fecha y hora solicitada por la fuente. Este secreto no sólo es lícito, sino además, bajo ciertas circunstancias, obligatorio.
3.- Manejo de información privilegiada o confidencial 
Por su función, las empresas tienen generalmente acceso a información confidencial o privilegiada. ¿Qué deben hacer cuando le es confiada una información en forma reservada, cuyo contenido cuestiona sus principios éticos? ¿Deben guardar silencio? ¿Por qué no utilizarla en beneficio propio y de sus cercanos si, además, no daña a nadie y, por el contrario, beneficia a muchas personas? ¿Cuánto tiempo están obligadas a mantener reserva? ¿Sólo mientras la persona trabaje en la empresa, dure su asesoría o también después? 

4. Relaciones con la prensa
Una de las cosas que se aprende en una empresa es la importancia de tener buenos contactos y buenas relaciones con los medios. En cierta medida se depende de ellos y se llega incluso a una especie de relación simbiótica entre ambas partes. Una forma de mantener estos buenos contactos es el intercambio permanente de información. Este quid pro quo (pasando y pasando) no está exento de problemas éticos que se refieren a determinar cuál es el límite del traspaso de información o cuánta información se debe dar a conocer al periodista. Existe la posibilidad de informar sólo sobre lo que beneficia a la propia empresa y ocultar lo que perjudica sus intereses. 

5. Relaciones con los jefes
Ésta es un área muy sensible y compleja que presenta también una serie de disyuntivas éticas. Una de las más frecuentes es cómo y cuándo negarle algo al jefe o a una autoridad de la empresa o institución, especialmente si ésta demanda algo poco ético. El problema consiste en cómo no caer en la complacencia. Si bien es cierto hay casos en que no acceder a ciertas demandas termina en el despido del profesional, la experiencia atestigua que si éste se hace respetar y tiene el suficiente poder persuasivo frente a sus superiores, termina por ser valorado y escuchado. ¿Por qué? Una persona que dice lo que piensa es una persona en la que se puede confiar, honesta, que se valora a sí misma, porque se sabe competente. Un buen directivo sabe que necesita trabajadores confiables, honestos y competentes, y no empleados serviles. En estos escenarios, la virtud de la fortaleza es fundamental. 

6. Relaciones con los colegas 
Es otro aspecto que no se puede soslayar. El profesional, no sólo tiene obligaciones con la empresa en la cual trabaja o con sus clientes, sino también con sus colegas. “Al profesional […] le está prohibida toda competencia desleal para con sus colegas; debe abstenerse asimismo de todo acto o palabra que tendiere a menospreciar la reputación o prestaciones de un colega” (Camerano, 2010).

7. Gestión en crisis 
Éste es uno de los ámbitos en que resulta difícil mantenerse firme en los principios éticos, ya que gestionar una crisis supone desplegar un conjunto de acciones tendentes a minimizar el daño o impacto negativo que puede tener para la imagen de la empresa una determinada situación. 


Ética empresarial 

Hasta hace poco tiempo, las empresas solamente se preocupaban por la generación de utilidades para sus accionistas, sin observar directamente las actividades que afectan positiva o negativamente la calidad de vida de sus empleados o las comunidades en donde se encuentran sus centros de operación. 

Recientemente, la generación de una nueva visión empresarial, las ha llevado a mimar de manera sistemática a las instituciones, teniendo no solamente en cuenta el crecimiento económico y posicionamiento de su marca, sino también observando qué y cómo afectan a quienes forman parte de ella en el sentido amplio, es decir, desde sus accionistas hasta el consumidor final de su producto o servicio. 

Calderón (s. a.) menciona que las empresas han tomado el estandarte de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que las lleva a tener una nueva forma de gestión y de hacer negocios, buscando la sustentabilidad económica, social y ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medio ambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras. 



En este sentido, revisarás la importancia de la ética y gobernabilidad empresarial, que te llevará a una comprensión más amplia de dichos términos para identificar su creación y aplicación. En cuanto al desarrollo profesional, observarás la manera en que el código de conducta profesional rige el actuar profesional.

Lo anterior con el fin de tener una visión amplia de todo lo que compone a una empresa, ya que no solamente es la estructura física y el trabajo que se realiza para lograr un producto o servicio final, sino también todo lo que implica la cultura de una empresa o institución y que forman la filosofía institucional. 

Al igual que las personas, las empresas rigen su actuar, sus productos y servicios, su compromiso con sus empleados y con la sociedad, etcétera, basadas en una ética empresarial, a través de un código ético, una visión y una misión que contienen en conjunto enunciados de valores y principios de conducta que norman las relaciones entre los integrantes de la empresa y hacia el exterior. 

Es a través de este marco regulatorio que las empresas crean su filosofía empresarial. La importancia de esta última radica en el desarrollo de una comunicación congruente a lo largo del tiempo entre las muchas voces del ente corporativo. Esta filosofía se encuentra compuesta por la misión, visión, valores y lema.

Como has visto ahora, las empresas no solamente tienen puesta su visión en el éxito monetario, sino que buscan ser reconocidas por los valores fuertes, la preocupación por las personas y el medio ambiente, lo cual, a su vez, les genera mayor reconocimiento en su consumidor final y un sentido de fidelidad ante la empresa o su marca.

La ética empresarial en la actualidad juega un papel determinante para las instituciones, ya que ha adquirido junto con la responsabilidad social una gran importancia en las organizaciones.

La responsabilidad social es una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, el sector al que pertenece, su tamaño o nacionalidad. 

Para lograr ser una empresa socialmente responsable, se debe contar con políticas, programas y estrategias que favorezcan un pleno desarrollo humano de las personas que se relacionan con ella, desde los empleados y socios, hasta los proveedores, clientes y sociedad en su conjunto (Fundación Carlos Abascal (2015).  


El término ética empresarial se refiere al conjunto de ideas o pensamientos sobre comportamiento aceptable o inaceptable de las instituciones. El punto central del enfoque en este caso son los directivos de las organizaciones mercantiles, teniendo presente que gran parte de lo expuesto se aplica también a las organizaciones del gobierno, a la educación y a otros tipos de organizaciones existentes en la sociedad. 

Se pueden encontrar, en este sentido, a empresarios que consideran el beneficio como una magnitud económica que hay que maximizar sin importar cómo se logre y otros a los que no sólo les preocupa incrementar el beneficio, sino también la forma de obtenerlo. 

Para ello, la ética juega un papel muy importante, por lo que están dispuestos a sacrificar resultados con tal de no actuar de una forma no ética o con falta de sensibilidad social.

Los problemas éticos se pueden presentar en dos áreas:

Por otro lado, las empresas que están detrás de los numerosos casos de corrupción, abuso de poder, estafas del sector bancario, falta de responsabilidad empresarial que han desencadenado una pérdida de confianza con dos consecuencias muy importantes: disminución de ventas y deslealtad tanto de consumidores como de trabajadores.  

Valores institucionales

 Parte fundamental de las empresas viene desde su código ético, que junto con otros documentos formales crean lo que se conoce como filosofía institucional. 

Los valores institucionales dependen de muchas variables, entre las cuales se encuentran: 

  •  Las creencias y valores del fundador, de la dirección actual, de los empleados
  • La formación y la influencia de los consultores
  • La normativa legal existente
  • Las reglas de juego del mercado 
  • Los valores sociales de cada momento histórico 
  • La cultura social 
  • Los resultados de la empresa 
García y Dolan (1997) mencionan que los valores son guías, principios de acción adecuados para conseguir lo que nos proponemos; orientan las conductas ante el trabajo, las relaciones entre las personas y los resultados a obtener. Los valores deben ser claros, iguales, compartidos y aceptados por todos los miembros y niveles de la organización, para que exista un criterio unificado de actuación. 

Existen dos tipos de valores que orientan los objetivos de la empresa y su actividad cotidiana:

Los valores finales: asociados con la visión de la empresa (hacia dónde va) y su misión (razón de ser o para qué). 
Los valores instrumentales u operativos: asociados a la forma de pensar y hacer las cosas; son los medios tácticos, es decir, los principios que deben regir la conducta de la empresa para alcanzar la misión y la visión. 

La ética considera a la empresa como una comunidad moral, porque tiene fines legítimos y sistemas de valores definidos que se encarnan en la cultura organizacional a través de una autorregulación. Sin duda, los principios y valores de la empresa regulan el comportamiento de sus empleados en la interacción interna y externa de la empresa y dan una idea de lo que es importante para ellos.  



Ética y filosofía organizacional 

La gestión del cambio ético en la cultura organizacional se encamina a lograr la coherencia entre las acciones cotidianas con los principios éticos, de modo que éstos se conviertan en los criterios de orientación para la acción de la empresa. 

Muchinsky (1997) estableció que la cultura se compone de lenguajes, valores, actitudes, costumbres y creencias de una organización, lo que representa un patrón complejo de variables que, tomadas en conjunto, confieren a cada organización características únicas.

Se conoce como cultura organizacional al complejo conjunto de comportamientos comunes a los miembros de una organización, entre los que se encuentran: supuestos básicos, valores, creencias, mitos, principios, normas, lenguaje, costumbres, rituales, tradiciones, etcétera (Hill y Jones, 2001; Robbins, 2004; Skinner, 1953). 

Para Chiavenato (1989), la cultura organizacional es “…un modo de vida, un sistema de creencias y valores, una forma aceptada de interacción y relaciones típicas de determinada organización” (p. 464). 

Los elementos que podemos encontrar en la cultura organizacional son: el paradigma, la misión y los valores de la organización, el sistema de control, el proceso de supervisión, la estructura de poder, quién toma las decisiones, los símbolos, los rituales y los mitos (Johnson, 1988).

La cultura empresarial se concibe como todo aquello que identifica a una organización y la diferencia de otra haciendo que sus miembros se sientan parte de ella ya que profesan los mismos valores, creencias, reglas, procedimientos, normas, lenguaje, ritual y ceremonias. De igual manera la cultura se transmite en el tiempo y se va adaptando de acuerdo a las influencias externas y a las presiones internas producto de la dinámica organizacional. En ese orden de ideas se puede afirmar que al igual que un individuo tiene su personalidad, de la misma manera una empresa u organización tienen su propia personalidad. Como lo afirman García y Dolan (1997) al definir la cultura como la forma característica de pensar y hacer las cosas en una empresa, por analogía es equivalente al concepto de personalidad a escala individual. 

La cultura organizacional es el conjunto de pensamientos, filosofías, creencias, costumbres, principios y valores resultantes de los procedimientos y actividades propios del sistema organizacional dentro de un ciclo de operaciones; se ve influenciada en mayor grado por los dirigentes y en menor escala por los miembros de la organización. Este conjunto de valores, costumbres, hábitos y creencias existen dentro de una organización, tanto de índole positivo como negativo, ya que abarca toda la realidad de la organización, por lo cual se puede hablar de cultura organizacional existente y cultura organizacional ideal. 

Es importante resaltar que la cultura organizacional es diferente del clima organizacional, ya que el clima organizacional es temporal, y puede variar rápidamente. La cultura es permanente y puede variar o ser modificada través de procesos de cambio que requieren del factor tiempo más prologado. 

Estas dos características de la organización se centran tanto en los grupos formales como grupos informales de la empresa, pero en las empresas, por lo general, se han centrado las acciones gerenciales orientadas a los grupos integrados a la estructura organizacional, dejando de lado los grupos que se conforman de manera informal. 

Este fenómeno se conoce como efecto iceberg que analiza los aspectos formal e informal de la organización, donde se dice que el 30% de la empresa está compuesto por lo formal y el 70% corresponde a lo informal. Por este porcentaje se debe prestar mucha atención al aspecto informal, pues gran parte del éxito organizacional depende del accionar de los grupos informales y, de la misma manera, los grupos informales en un momento dado pueden obstruir o menguar los resultados exitosos esperados. 

En los aspectos formales de la organización se encuentran: la misión, la visión, los objetivos y la planificación estratégica; en el aspecto informal se encuentran los deseos, los anhelos, las creencias, los pensamientos de todos los colaboradores, y es donde se dan también las opiniones con respecto a los líderes, generando admiraciones o apatías. Además, los grupos informales se van formando de acuerdo a la afinidad de los intereses en los aspectos antes mencionados. 

Algunos de los elementos siguientes se han utilizado por las organizaciones para fortalecer su cultura organizacional: 

Filosofía organizacional. Declaraciones formales de misión, visión, políticas, objetivos y valores, así como reconocimiento del organigrama, credos y procedimientos de selección de personal. 

Historia de la empresa. Leyendas, mitos y anécdotas sobre las personas y acontecimientos más importantes. 

Espacios físicos y tecnológicos. Diseños de espacios e instalaciones que propendan por el reconocimiento y asimilación de la cultura organizacional.

Programas de capacitación y desarrollo de personal. Asesoría por parte de los líderes para la transmisión de la cultura organizacional, manejo de los premios y reconocimientos por el cumplimiento de las metas. 

Manejo de conflictos. Reacciones del líder ante incidentes y crisis de la organización, manejo de grupos y episodios en etapas coyunturales de la empresa. 

Estructura organizacional. El diseño del trabajo, los niveles jerárquicos, el grado de descentralización, los criterios funcionales o de otro tipo para la diferenciación y los mecanismos con que se logra la integración transmiten mensajes implícitos sobre lo que los líderes suponen y aprecian en cuanto a la cultura organizacional. 

Sistemas y procedimientos organizacionales: Manejo de la comunicación y de la información, sistemas de apoyo a la toma de decisiones, grado de descentralización de las decisiones, resultados esperados por la organización y por los mercados, mecanismos de control y de evaluación de desempeño. 

Finalmente, es importante comprender la diferencia entre filosofía y cultura empresarial: 





Estos temas son de vital importancia puesto que, como has visto a lo largo de la unidad, son los que dan un marco regulatorio al comportamiento profesional y empresarial, y que no solamente son cuestiones escritas en las empresas sino que también forma parte del ser de una empresa, su filosofía y su cultura, que darán hacia el exterior una mirada de lo que es, lo que quiere, en lo que cree, cómo trabaja y la manera en que la empresa desea lograr sus metas. Y todo esto refleja la ética de la empresa misma.